Fotografía digital, toma directa de teléfono celular digital.
Sueños surge de un proceso interno en el que se convierte la
realidad en la representación irracional de la vigilia.
De la incertidumbre surgen formas que reconstruyen la verdad
sumergida en la noche y en el día, las imágenes se concentran en la
onírica del sueño como una proyección del inconsciente.
La obra facilita el encuentro y nos invita a descubrir simbólicamente
sus propios miedos e incertidumbres.
Llega hasta esa región del intelecto donde no se objetiva la realidad,
sino que se crea un todo con ella. Esa conexión se expresa en
formas, luces y sombras. Son referencias a la soledad con un velo
persistente.
La cámara de baja calidad usada intencionalmente para este
proyecto captura los enlaces entre imágenes oníricas y otras que
tienen una existencia objetiva.
Reconstruye metáforas y mitos, la presencia fugaz de escenas que
reúnen la estética característica del film noir y el neo noir: historias
misteriosas, figuras ambiguas y escenarios oscuros.
La obra tiene su nervio vertebral en la receptividad al resultado de
la actividad mental inconsciente y su particular manera de
remodelarla deliberada y racionalmente en imágenes estéticas.
Cuestiona nuestra relación con el tiempo y el propio ritmo. Sueños
muestra la fragilidad, así como la fuerza de nuestros pensamientos
más recónditos.
Las imágenes actúan como conductores a través de los cuales se
revelan sentimientos de desconcierto. Un relato que transcurre a
destiempo. Remite a lo lejano, tanto de la noche como del día.
Es un viaje en sueños y hacia ellos. Juan nos lleva de regreso a un
estadio profundo en donde podemos explorar su intención más
visceral: construcciones de la sensación cotidiana y de sus miedos.
El sueño y el arte, como los mitos, están unidos por la analogía
entre el deseo y las imágenes. Cuando el sueño se expresa, lo hace
en una región del lenguaje visual en el cual cobra una pluralidad de
sentidos, y es imposible de registrar tal cual se lo ve. Sin embargo,
se trata de una multiplicidad de significados, intermedia entre lo
equívoco y lo unívoco.
En esta serie de fotografías conviven situaciones poco usuales:
contemplativas y conductoras de una simbología poderosa. La
soledad y lo individual tan difíciles de transmitir. Un lugar de
intimidad y sinceridad con uno mismo al que nadie puede acceder.
Solo nosotros.
María Molina
de la serie SUEÑOS
Fotografía digital, toma directa de teléfono celular digital.
Sueños surge de un proceso interno en el que se convierte la
realidad en la representación irracional de la vigilia.
De la incertidumbre surgen formas que reconstruyen la verdad
sumergida en la noche y en el día, las imágenes se concentran en la
onírica del sueño como una proyección del inconsciente.
La obra facilita el encuentro y nos invita a descubrir simbólicamente
sus propios miedos e incertidumbres.
Llega hasta esa región del intelecto donde no se objetiva la realidad,
sino que se crea un todo con ella. Esa conexión se expresa en
formas, luces y sombras. Son referencias a la soledad con un velo
persistente.
La cámara de baja calidad usada intencionalmente para este
proyecto captura los enlaces entre imágenes oníricas y otras que
tienen una existencia objetiva.
Reconstruye metáforas y mitos, la presencia fugaz de escenas que
reúnen la estética característica del film noir y el neo noir: historias
misteriosas, figuras ambiguas y escenarios oscuros.
La obra tiene su nervio vertebral en la receptividad al resultado de
la actividad mental inconsciente y su particular manera de
remodelarla deliberada y racionalmente en imágenes estéticas.
Cuestiona nuestra relación con el tiempo y el propio ritmo. Sueños
muestra la fragilidad, así como la fuerza de nuestros pensamientos
más recónditos.
Las imágenes actúan como conductores a través de los cuales se
revelan sentimientos de desconcierto. Un relato que transcurre a
destiempo. Remite a lo lejano, tanto de la noche como del día.
Es un viaje en sueños y hacia ellos. Juan nos lleva de regreso a un
estadio profundo en donde podemos explorar su intención más
visceral: construcciones de la sensación cotidiana y de sus miedos.
El sueño y el arte, como los mitos, están unidos por la analogía
entre el deseo y las imágenes. Cuando el sueño se expresa, lo hace
en una región del lenguaje visual en el cual cobra una pluralidad de
sentidos, y es imposible de registrar tal cual se lo ve. Sin embargo,
se trata de una multiplicidad de significados, intermedia entre lo
equívoco y lo unívoco.
En esta serie de fotografías conviven situaciones poco usuales:
contemplativas y conductoras de una simbología poderosa. La
soledad y lo individual tan difíciles de transmitir. Un lugar de
intimidad y sinceridad con uno mismo al que nadie puede acceder.
Solo nosotros.
María Molina
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